“Los niños que vienen acá son aquellos que llegan del hospital, reciben quimios de hasta 12 horas y llegan agotados. Lo que hacemos es darles un lugar para descansar”, nos comentó.
Fue a raíz de ese deseo que el doctor Pun-Chong decidió, hace más de una década, crear “Inspira”: un espacio donde los niños pacientes de cáncer, Síndrome de Down, parálisis cerebral y quemaduras pueden descansar y recibir alimentación sana. Sobre todo, aquellos que vienen de provincias a Lima y no cuentan con una estadía fija.
Convivir casi los 365 días del año con sus pequeños amigos le ha enseñado a disfrutar al máximo cada minuto. “En un momento, ellos pueden estar peleando por un juguete y, a los tres minutos, se amistan”.
De hecho, el mejor día de su vida estuvo marcado por un detalle que solo un niño te puede regalar. “Cuando abrió el albergue, estaba todo recién pintado. Un día llegué y encontré una pared llena de garabatos. Lo había hecho un niño. Las madres y voluntarios creyeron que me iba a molestar, pero yo me alegré. Para mí, el dibujo de un niño en esa pared era símbolo de alegría porque ellos estaban presentes. (…) Era el mejor símbolo de que el albergue iba a empezar a llenarse de felicidad”.
Y ese sentimiento estuvo presente, incluso, en momentos tan duros como cuando estuvo a punto de cerrar el albergue. ¿El motivo? Su cuenta bancaria había bajado y nadie lo apoyaba. Sin embargo, tal y como declaró ante la cadena CNN, fue una niña del albergue quien lo detuvo, de una manera muy particular: le pidió que respondiera “sí o no”, solo eso. Según su respuesta, tomaría una decisión.